Llegué a mi casa, abrí la puerta, encendí la luz y no la vi... con cierta risa burlona me dijo "aqui estoy, jamás me quedo, siempre te acompaño" y supe que era mi soledad... vaya, dije, sí que te sabes esconder, ¿y cómo estás? le pregunte. Y me dijo bien y dispuesta a conversar, asi que quien mejor que yo que te conoce para despejar unas dudas.
¿Cómo es que me conoces tan bien? le pregunte. ¡Aah! -replicó, es que siempre estoy; ya son muchos años juntos y te escucho hablar, reír, te veo llorar y siempre termino por enterarme de ti.
¿Será posible que algún día puedas dejarme? Le pregunté, "no lo sé" me respondió; "pero si te dejo ya no estaré más y estarás sin soledad y quizá te sientas peor que hoy, ahora te veo solo, y cada día más solo que nunca... pero no sé si algún día me iré.
¿Qué tengo que hacer para que me dejes? Le dije a manera de conversación, ya que estoy cansado de estar siempre solo.
Pues no lo sé, -respondió certeramente diciéndome "sólo tú reconocerás el momento y sabrás que me fui, pero en el hoy me encargaron secar tus lágrimas y quizá un día lo añores, porque si encuentras a alguien que seque tus lagrimas mejor que yo, sólo lo sabrás tú."
Volteo y miro la habitación, sola y vacía, la luz de la luna se cuela por la ventana y ello te invita a escribir y a escucharte a ti mismo. Mientras volteo me doy cuenta que la noche está terminando y el día comienza a rayar, el canto de las aves se deja escuchar y la luz de la ciudad se apaga, pienso y digo "mis ojos deben estar hinchados de tantas lágrimas y mi soledad aquí conmigo", como siempre me invita a descansar un rato, "hay mucho trabajo para hoy y si tienes más dudas siempre estaré aquí" -me dice, "aunque por momentos me olvides sabes que al terminar el día estaré aquí para seguir secando tus lagrimas".
Bueno soledad es muy grato saber que estas aquí, aunque cansado de estar solo me encuentro no me queda más que soñar que el día llegará y vendrás a disipar y terminar con mi soledad.
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