MI AMOR DE PAPEL

Había una vez un cuaderno… esto suena demasiado cutre… había una vez un libro, pero eso sería mentir… había una vez un cuadernillo, pero era muy grande como para serlo.


Había una vez un cuaderno, sí, un simple cuaderno con una hermosa portada con el dibujo de un guapa chica de tez clara y bellos ojos.


Por otro lado. Había una vez otro cuaderno pero este no era como el otro, este era un simple cuaderno sin anillado siquiera. Un cuaderno de esos baratos que siempre están en rebaja. Este cuaderno no tenía un bello chico en la portada ni mucho menos sino una simple portada roja y ya está.


Un día como cualquier otro al profesor de matemáticas se le ocurrió pedir los cuadernos y así todos los alumnos se los entregaron. El par cuadernos de los que les hable nunca se habían visto antes de ese día, nunca se habían conocido, siquiera intercambiado hojas ni materia siendo que pertenecían a alumnos del mismo salón.


El profesor fue recogiendo uno a uno los cuadernos y amontonandolos. Al momento de dejar el cuaderno rojo sobre el cuaderno de bella portada, la portada del gran cuaderno quedó dentro de las primeras hojas del cuaderno rojo. Así estuvieron estos todo el día hasta las doce de la noche, la hora en que los dibujos vuelven a la vida.


Eran ya las doce y el dibujo de la gran portada volvió a respirar y pestañear. Al momento de ver donde se encontraba logró ver que sobre él, a escasos milímetros de su cara se encontraba la cara de un bello chico dibujada a lápiz grafito. El chico de tez más morena abrió los ojos mirándolo con sus ojos color miel.


-hola, soy Samuel- la voz del dibujo color grafito con ojos particularmente coloreados era tranquila y suave, algo aguda pero melódica.


-yo soy Linda- dijo la hermosa chica de la portada.


-¿vienes?- Linda lo miro extrañado ¿a dónde podía ir? Los dibujos no puedes salir de donde están, tan solo pueden moverse dentro del lugar del mismo dibujo, no salir de este. Linda tan sólo lo miraba cuando Samuel, el dibujo color gráfico sacó su mano del papel y poco a poco se fue parando sobre Linda -¿qué no vienes?- repitió mientras LInda lo veía incrédula. Él, un simple dibujo a lápiz grafito se acaba de levantar y estaba caminando.


-no puedo- dijo avergonzada al tratar de levantase pero no poder -¿cómo lo haces?- preguntó mirándolo.


-es simple, tan sólo debes salir- dijo mirándolo mientras trataba de salir -¿en serio no puedes?- dijo preocupado -sé a quien acudir- dijo para correr mientras Linda veía incrédula como otros dibujos caminaban libres por el lugar. Todos conversaban, jugaban, reían y convivían juntos ¿cómo élla nunca notó eso? ¿por qué no podía salir? Linda no lo entendía y eso la hacía enojar.


Linda vio como Samuel se acercaba a élla y con cuidado acariciaba su solapa tristemente. Linda no entendía la reacción de este y el porque de su tristeza hasta que el chico de grafito habló.


-no puedes salir…- dijo tristemente -tú, tú no eres un dibujo libre- dijo con voz quebrada.


-¿de qué hablas?- dijo Linda extrañada.


-tú no fuiste creado con libertad, no tienes imaginación ni sentimiento- su voz era triste y melancólica.


-eso es mentira. ¿no vez acaso mi calidad? Estoy hasta digitalizada. Que importa un sentimiento si se tiene calidad- dijo enojado mientra Samuel lo miraba.


-no has sido dibujada libre Linda, no puedes ser libre- una pequeña lagrima corrió por la mejilla del chico de grafito.


-Pero, ¿por qué? Tengo todo lo necesario para ser un dibujo de primera- dijo triste -¿po-por qué lloras?- su mirada era preocupada y triste, por alguna razón no le gustaba ver llorar a Samuel.


-porque yo… yo te conozco hace mucho, hace mucho tiempo te vi sobre el asiento de aquel chico y yo… yo me enamoré de ti, tus hermosos trazos, tus colores perfectamente coloreados, tu hermosa perfección y yo… yo quería estar contigo- dijo mirándolo mientras Linda no sabía que hacer.


-pero puedes estar conmigo- dijo tratando de sonreír mientras una lágrima corría por su rostro.


-no… al llegar la mañana ya no te volveré a ver- el rostro de Linda era de total tristeza -mañana Alejandro arrojará su cuaderno a la basura junto a mi, ya se le van a agotar las hojas y seré inservible- dijo apenado.


-no, él no puede- dijo triste -él no puede alejarte de mi- Linda estaba a punto de decir algo cuando Samuel lo cayó con un beso “ya es tarde Linda, ya está amaneciendo y debo volver. Fue un placer haberte amado, no me olvides” fueron las palabras de Samuel al separarse de Linda y volver a su lugar.


Ya eran las 1 pm y todos se iban a ir a sus casas con sus respectivos cuadernos en sus mochilas y Samuel ya estaba preparado para irse a la basura.


Alejandro ya iba saliendo del aula cuando iba a tirar su cuaderno cuando.


-¡espera!- gritó Frank llamando la atención de Alejandro.


-¿qué quieres Frank?- dijo pago enojado, Alejandro y su humor de pastor alemán con rabia.


-tu dibujo, el que tienes en la primera página, ¿no lo botarás o si?- dijo sonriente.


-claro que lo botaré- dijo convencido ganándose una mirada asesina por parte de Frank -¿lo quieres?- Frank tan sólo contestó con un movimiento de cabeza y Alejandro sacó la hoja y tiró el cuaderno -ten- dijo para pasárselo a lo que Frank lo recibió y guardó en su bolsillo.


Al llegar a casa, Frank entró a su habitación y sacó unas tijeras y cinta adhesiva.


Con cuidado recortó el dibujo y pam, lo pegó en una de las portadas de sus cuadernos favoritos.


Ya eran las doce de la noche cuando el dibujo a gráfico que tenía por nombre Samuel abrió los ojos mirando como una cinta plástica le impedía salir pero al mirar a su lado tal fue su sorpresa al mirar a la hermosa chica de tez clara estirarse junto a él.


Linda al verlo rápidamente se lanzó sobre Samuel para besarle, un beso cargado de cariño y pasión.